21 de octubre de 2016

DOLMEN DE EPERSARO Valcarlos

 
Distancia: 2,7 Km.
Desnivel: 98 m.
Desnivel acumulado: 100 m.
Mapa y soporte gps de la ruta del dolmen de Epersaro.
El dolmen de Epersaro es uno de los monumentos megalíticos mejor conservados de los alrededores de Roncesvalles. Esta tumba prehistórica se encuentra en el término municipal de Valcarlos, pero está cerca de Roncesvalles que de de Valcarlos.


Para acercarnos al principio de la ruta tendremos que tomar la carretera que desde Roncesvalles va a Valcarlos y a Francia.  Tras pasar por el collado de Ibañeta la carretera empieza a bajar hacia Francia. El dolmen de Epersaro se encuentra en las laderas del monte Txapelarriko Kaskoa, uno de los montes que se ven a la izquierda desde el mirador de Ibañeta.  A la altura exacta del kilómetro 53 de la carretera N-135 es donde comienza la ruta.
Km. 0,00.- El coche lo podemos dejar una decena de metros antes del indicador del kilómetro 53 ya que allí tenemos un aparcadero a la derecha donde caben varios coches. Justo enfrente del indicador del kilómetro 53 nace un sendero que nos interna en el bosque.
El sendero atraviesa un frondoso hayedo donde encontraremos algunos ejemplares de notable porte.
Km. 0,00.- Llegamos a una bifurcación marcada por un gran haya. Seguimos por la derecha, dejando el haya a la izquierda.
Km. 1,140.- El sendero acaba en las ruinas de una pequeña borda de piedra. Desde aquí para llegar al dolmen ya tendremos que ir campo a través. No hay problema. El dolmen está a tan sólo 200 metros. Es recomendable ir en invierno ya que en verano la abundancia de helechos dificulta el avance.
Seguiremos un vallado que en dirección este desde la borda avanza sin perder altura en la ladera.
Km. 1,240.- Tras seguir el vallado 100 metros nos separamos de él y empezamos a subir la ladera en dirección noreste otros 100 metros, esta vez en ascenso por la ladera hasta encontrar el dolmen.
Km. 1,340.- El dolmen de Epersaro es uno de los últimos monumentos megalíticos descubiertos en Navarra. Lo encontraron el 14 de mayo de 2014 por Juan Mari Txoperena y Rafa Zubiria. Destaca sobretodo la cubierta que es el megalito más grande y pesado, de varias toneladas de peso. También este dolmen conserva parte del túmulo de piedras más pequeñas sobre el que se dispusieron los megalitos. 
Desde el dolmen de Epersaro podemos disfrutar de una excelente panorámica de los montes cercanos y del collado de Ibañeta, que seguro ya era de gran importancia como lugar de paso cuando se construyó el dolmen.
Km. 2,70.- Volveremos por el mismo camino al coche.

Quizás los que construyeron el dolmen de Epersaro en medio de estas montañas pensaron que la piedra es la sustancia de la eternidad. Probablemente es cierto. Los que construyeron estos monumentos prehistóricos en medio de las montañas sin reparar en esfuerzo se hicieron eternos de alguna manera al volcar en la dura piedra sus creencias sobre una vida más allá de la vida. Ganaron la eternidad cuando nosotros recordamos sus hechos y les imaginamos moviendo estas enormes piedras de toneladas de peso movidos por esa esperanza en una vida eterna, esperanza que nos hace humanos


30 de septiembre de 2016

CASTRO DE CASTILVIEJO Sigüenza Guadalajara

El Castro de Castilviejo se encuentra cerca de la conocida ciudad de Sigüenza, en Guadalajara, entre los pueblos de Guijosa y Cubillas del Pinar. Es bastante desconocido. Cuando lo visité en noviembre de 2016 se había realizado cierto acondicionamiento del yacimiento arqueológico para la visita con limpieza de maleza y la instalación de un panel informativo. Pero lo cierto es que no estaba señalizado su acceso ni en la carretera ni en los pueblos cercanos. Esperemos que este artículo ayude a que esto se corrija, ya que nos encontramos ante uno de los castros celtíberos más interesantes de Soria y de la Comunidad de Castilla y León.
De este yacimiento arqueológico se tiene conocimiento desde 1929 aunque no fue excavado hasta 1977. Castilviejo estuvo habitado con anterioridad a su ocupación por los celtíberos. Aquí existió un poblado de la Edad del Bronce (s. XII-X a.C.) y posteriormente también fue una atalaya o puesto defensivo musulmán que controlaba la zona (s.X). Pero la importancia de Castilviejo reside principalmente en el castro celtíbero que aquí se levantó en los siglos IV y III a.C.
Castilviejo es un ejemplo excelente de castro fortificado de la Edad del Hierro. El mismo nombre de Castilviejo (castillo-viejo) nos habla de su condición fortificada que seguro llamaría la atención desde antiguo dando nombre al lugar. Castilviejo se encuentra enclavado en lo alto de un monte que alcanza los 1.150 metros de altura. El poblado celtíbero aprovecha los cortados rocosos que cierran por el norte y el sur la cima como defensa natural del poblado. En cambio, en la zona oeste, más llana y sin defensa natural, se concentran las defensas artificiales que protegían el castro celtíbero. Así, nos encontramos una potente muralla de 90 metros de longitud y 2 metros de grosor. La muralla está compuesta por varios tramos y llega de escarpe a escarpe. La muralla parece levantarse sobre un elevamiento artificial del terreno ganando así altura y capacidad defensiva. Está acodada y además está precedida de un foso. La muralla y los escarpes delimitan un triángulo superficial de entre 3.000 y 4.000 metros cuadrados, cuyos lados serían la muralla y los dos escarpes. En el espacio delimitado por estas defensas es donde estaban las viviendas del poblado.
En el extremo sur la muralla estaba reforzada por un torreón rectangular de 13x6 metros del que queda apenas el derrumbe de sus piedras. En el extremo norte se encontraba la entrada del poblado. Pero lo más sorprendente y lo que más llama la atención y hace realmente curioso a este poblado son los campos de piedras hincadas que dispuestos delante de la muralla y del foso hacían sumamente difícil la aproximación de los enemigos hacia el castro. Así, nos encontramos dos campos de piedras hincadas de 56X18 metros y de 40x24 metros. Están separados por un estrecho pasillo de 4 metros de anchura que era el único lugar por donde era fácilmente accesible el acceso al poblado. Hay que ponerse en el lugar de los atacantes para ver lo efectivo que era el uso de este sistema para impedir el uso de la caballería y por supuesto dificultar de manera importante el avance de la infantería hacia la muralla del poblado y hacia la entrada del mismo. Castilviejo no es un caso único en el uso de piedras hincadas, pero no son muchos los castros de la Edad del Hierro que usaban los campos de piedras, menos en que se han conservado y menos todavía los que lo conservan tan bien como en Castilviejo. 
Sistema defensivo del yacimiento -panel informativo
Los atacantes para acceder a la entrada el poblado, que siempre era el lugar más vulnerable de las murallas de los castros, tenían primero que entrar por el estrecho pasillo entre los dos campos de piedras hincadas, con lo que su concentración en un espacio tan reducido les haría más vulnerables a los ataques de los defensores. Después de atravesar este pasillo entre los campos de piedras hincadas tendrían que girar a la izquierda para llegar a la puerta por el fondo del foso que hay ante la muralla. Eso es una nueva ventaja de los defensores que desde la altura les tendrían a su merced. Además al estar hacia la izquierda la entrada del poblado eso suponía que los atacantes tenían que avanzar dejando el costado derecho más ofrecido hacia los defensores. Eso significa que el uso del escudo, que generalmente se porta en el brazo izquierdo, quedaría dificultado.


Sube a lo alto de la muralla. Desde allí contempla los campos de piedras hincadas y se consciente de tu posición defensiva. Seguramente imagines como un celtíbero, desde allí, sentía que él y los suyos estaban más protegidos.
Vista del campo de piedras norte desde la muralla del poblado de Castilviejo

Sin duda, lo más importante de Castilviejo es el sistema defensivo que ha conservado. Respecto a las viviendas poco se ha excavado y solo podemos ver varios compartimientos de viviendas que se han sacado a la luz adosados a la muralla por su interior.


El enclave de Castilviejo era estratégico, con un amplio dominio visual del territorio. Controlaba caminos que debieron ser claves en las guerras celtíberas. De ahí las extenas panorámicas que podemos contemplar desde la explanada donde se encontraban las viviendas o desde la misma muralla. Desde la muralla, a lo lejos, se puede apreciar el bonito castillo de Guijosa.
Panorámica desde el extremo norte de la muralla, donde se encontraba la entrada del poblado
En  definitiva, el castro de Castilviejo es un ejemplo de un pequeño castro celtíbero pero fuertemente defendido, en tiempos en que la solidez de las defensas podía suponer la supervivencia o el fin del poblado. Hoy tenemos la suerte de poder aprender en Castilviejo cómo se defendían estas gentes en esos periodos de guerras e inestabilidad de hace 2300 años al tiempo que disfrutaremos de las extensas panorámicas del entorno.
En este enlace puedes encontrar información para visitar el castro del Castilviejo, con la localización, un mapa y soporte para gps.

© Julio Asunción


29 de septiembre de 2016

Localización del castro celtíbero de Castilviejo

Para acceder al poblado lo mejor es coger la carretera que comunica Guijosa con Cubillas del Pinar. Unos metros antes de la señalización del kilómetro 9 a la derecha hay un aparcadero donde dejar el coche. El aparcadero esta a la falda del cerro arbolado en cuya cima está el poblado celtíbero. Estaría bien que se pusieron un par de carteles, uno en la carretera y otro indicando el comienzo de la senda, para facilitar su conocimiento y visita. Desde el aparcadero buscaremos una senda estrecha que nos llevará con fuerte desnive la la explanada donde se encontraban las viviendas. Una vez en la cima atravesaremos el terreno donde debieron están las viviendas y descendiendo unas decenas de metros enseguida daremos con la muralla y el campo de piedras hincadas. De todas formas también se puede acceder directamente haciendo una ruta senderista desde Guijosa, de la cual puedes encontrar el track para GPS en este enlace de Wikiloc. 


© Julio Asunción

31 de agosto de 2016

CASTRO DE TURBIL Y LUGAR DE APARICIÓN DE LA ESTATUA-ESTELA DE BEIRE

Castro de Turbil - Beire
Ruta castro de Turbil - Mapa y soporte GPS

Distancia: 8,75 Km.
Desnivel máximo: 82 m.
Desnivel acumulado: 82 m.



En esta ruta visitamos el castro de Turbil, que fue uno de los más importantes de Navarra. Ejerció su control sobre la comarca de Olite entre los siglos V y III a.C. Seguramente este predominio y la misma ciudad de Turbil desaparecieron a principios del siglo II a.C. con la llegada de los ejércitos romanos a la zona. Además en este castro se descubrió en 2.010 una estatua-estela  de tipología ibérica, que es uno de los hallazgos más destacados de la arqueología en Navarra, ya que es una pieza única al norte del Ebro y es la estatua de bulto más antigua de Navarra. En esta ruta conoceremos el lugar exacto donde apareció esta estatua-estela.



En este artículo seguiré en buena medida los excelentes trabajos del Doctor y arqueólogo Javier Armendáriz Martija, que estudió este castro y fue el descubridor, junto a un vecino de Olite, Julián Algarra, de la estatua-estela ibérica.
  
Iglesia de San Millán - Beire(Km. 0,00) Dejamos el coche en la plaza del pueblo, junto a la iglesia de San Millán.
Desde la plaza de la iglesia nos dirigimos a la cercana plaza del ayuntamiento y seguimos por la calle que sale a la izquierda de la fachada de la casa consistorial.
(Km. 0,275) Siguiendo esta calle, ya a la salida de Beire, llegamos a una bifurcación. Seguimos por la derecha.
(Km. 0,720) Salimos del pueblo por la calle Ujué. Poco más adelante pasamos junto al cementerio. Aquí la pista asfaltada pasa a ser de tierra.
En el camino vemos algunas cruces. Nos recuerdan que este camino es el mismo que siguen todos los años los romeros de Beire camino al santuario de Ujué. La romería al santuario de la Virgen de Ujué es una de las romerías más importantes de Navarra.
(Km. 2,00) Llegamos a una bifurcación. Seguimos por la derecha. Desde aquí vemos ya cerca el altozano alargado donde se encuentra el castro de Turbil. Es la elevación que se encuentra entre nosotros y la sierra de Ujué, que cierra el horizonte con la iglesia del pueblo coronando el cordal (ver la foto que encabeza este artículo).
(Km. 2,60) Llegamos a otra bifurcación. Seguimos por la izquierda, en dirección a una borda abandonada.
(Km. 2,940) Pasamos junto a la borda.





(Km. 3,430) Quinientos metros más adelante hay que tener cuidado con no pasarnos el siguiente desvío. Cuando la pista empieza a descender, sale a la izquierda un camino. Por aquí seguimos.
(Km. 3,8000) A la izquierda del camino, a menos de 400 metros, en la parte más alta del cerro, vemos un amojonamiento de piedras. Es el lugar donde apareció la estatua-estela ibérica de Beire.

  
Lugas de aparición de la estatua-estela de tipología ibérica
Estatua-estela de Turbil - Beire - vista frontal

El equipo de Javier Armendáriz tuvo la feliz idea de dejar marcado el lugar exacto de la aparición de la estatua-estela con un amojonamiento de piedras, sin duda siendo conscientes de la importancia del hallazgo. Además el lugar es muy especial. A pocos metros hacia el sur encontramos varios túmulos de piedras y también muy cerca encontramos un extraño anfiteatro cavado en el terreno de manera artificial. Probablemente el lugar tuvo un uso ritual que hoy se nos escapa. Para saber más sobre la estatua-estela ibérica y su lugar de aparición clicar en este link.

NOTA 2016: Recientemente se colocó una reproducción del guerrero de Turbil en el lugar de aparición sustituyendo al hito de piedras anterior que señalaba el lugar. Además la estatua del guerrero de Beire actualmente se puede visitar en el Museo de Navarra, donde está expuesta.

Tras visitar el lugar de aparición de la estatua-estela ibérica de Beire nos dirigimos hacia el castro, que son las elevaciones que se encuentran a un centenar de metros al norte.
(Km. 4,290) Lo primero que encontraremos es un antecastro, una pequeña elevación protegida por fosos artificiales y que servía para proteger el acceso al cuerpo principal del castro, que se encuentra tras el segundo foso.
 
 
Antecastro del castro de Turbil - Beire(Km. 4,370) Tras atravesar el primer foso, el antecastro y el segundo foso, llegamos al primer recinto. Un poco más elevado encontramos el recinto principal, el más alto, separado por un terraplén que en su día debió estar fortificado.
En el recorrido del castro veremos muchas piedras que formaron parte de las murallas que en su día protegieron este gran poblado de la Edad del Hierro. Hoy la mayor parte de las murallas están cubiertas por tierra y vegetación, por lo que no se puede ver ningún tramo en perfecto estado. Pero si se puede apreciar perfectamente la estructura del castro.

Restos de muralla - Castro de Turbil - Beire

También se puede apreciar donde estaba uno de los accesos al poblado. Se encuentra es la parte norte, en la unión del primer recinto con el segundo.
Castro de Turbil - parte norte

(Km. 4,870) Un poco más abajo del primer recinto encontramos en la parte oeste del castro otra explanada donde hoy hay plantados algunos árboles. Es un tercer recinto protegido por un espolón se que descuelga también hacia el oeste. Este tercer recinto, bastante menos protegido que el resto del castro, seguramente fue utilizado como redil de ganado por los antiguos habitantes de Turbil.
Desde el castro de Turbil se tiene un perfecto control visual de la zona. Vemos bastante cercana la monumental ciudad de Olite. El castro está rodeado de productivas tierras que en su día debieron trabajar los habitantes del castro y que a día de hoy también están cultivadas. Tierras ricas y extensas para lo que fue en esa época una gran población de la Edad del Hierro.



Seguramente el castro de Turbil tuvo su final con la llegada de Sempronio Graco y la fundación de la ciudad de Gracurris (Alfaro) en el año 179 a.C. Sin duda, uno de los objetivos militares de los romanos para el control de este territorio tuvo que ser el castro de Turbil, que era el oppidum más importante en esta zona. No sabemos lo que aguantaron las murallas y las defensas de Turbil ante el empuje de los romanos. Lo cierto es que la historia del oppidum acabó con la romanización del valle del Ebro. No debió ser una Numancia, ya que de haber sido así los historiadores romanos hubieran dejado noticia en sus escritos. Pero Turbil pudo dar bastante guerra si nos fijamos en sus defensas. Quizás el derribo y la destrucción de la gran estela-estatua, tótem sagrado del poblado, fue obra de los invasores itálicos para dejar clara constancia de que nuevos tiempos, y nuevos amos, venían. Todo esto son suposiciones difíciles de comprobar, pero lo que si está demostrado es que el avance romano por el valle del Ebro no fue un paseo militar y se encontraron la fuerte oposición de las poblaciones celtíberas.

Hoy poco queda de las que debieron ser imponentes defensas del castro de Turbil y nada de las casas, seguramente cabañas de madera y adobe, donde vivieron sus habitantes. Pero estas colinas, artificialmente excavadas y aterrazadas, quedan como testigos mudos de una población floreciente que fue eliminada por el invasor romano. Los romanos quisieron anular la huella de Turbil. Pero el guerrero de la estatua-estela de Turbil, más de 2000 años después, recoge el testigo de los que vivieron y lucharon en estas tierras contra el invasor, y nos trae ecos de tiempos duros y lejanos.

(Km. 5,110) Desde el espolón occidental del tercer recinto bajamos con cuidado la ladera para ganar la ancha pista de grava que vemos más abajo. Seguimos la pista hacia la izquierda
(Km. 6,730) La pista acaba en otra que es la misma por la que nos hemos acercado a Turbil. Seguimos hacia la derecha.
Sin pérdida volvemos a Beire. Fin de la ruta.

Más información: estela-estatua ibérica de Turbil

 
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com

ÍNDICE DE RUTAS ARQUEOLÓGICAS
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30 de agosto de 2016

ESTATUA-ESTELA DE TURBIL– Beire

Estatua-estela de Turbil - Beire - vista frontal
La estatua-estela de tipología ibérica de Turbil es un hallazgo excepcional. Es la más antigua estatua de bulto redondo encontrada en Navarra hasta el momento (año 2013). Tiene más de 2.200 años de antigüedad (s.V-III a.C.). Representa un guerrero y alcanza casi los tres metros de altura. Se encontró partida en dos. La parte de la cabeza fue descubierta en las inmediaciones del castro de Turbil en el año 2010 por el vecino de Olite Julián Algarra. Comunicado el hallazgo al arqueólogo Javier Armendáriz Martija y tras una inspección del lugar de aparición, Javier Armendáriz, encontró a siete metros del lugar del hallazgo de la cabeza la parte inferior de la estatua-estela. Javier Armendáriz, el mejor especialista en castros de la Edad del Hierro en Navarra, no sólo recuperó la estatua-estela, sino que estudió la pieza y destacó la importancia del hallazgo en su trabajo: “Hallazgo de una estatua-estela de tipología ibérica en Turbil. Estudio preliminar” que ha sido publicado en la separata de la revista Trabajos de Arqueología Navarra nº24 del año 2012. En este artículo voy a seguir su excelente trabajo.

La estatua-estela de Turbil representa a un guerrero que viste un disco-coraza en su pecho a modo de protección. Su tipología es de influencia ibérica, ya que estos discos corazas los encontramos en otras esculturas ibéricas. No sólo es importante la estatua-estela de Turbil por su rareza, ya que no se ha encontrado nada parecido al norte del Ebro. También podemos considerarla la estatua humana de tipología ibérica más grande de la Península, ya que los restos recuperados alcanzan los 2,55 m de longitud y los 870 kilos de peso. Falta otro trozo, la parte de debajo de la estela que todavía no se ha encontrado. La longitud total de la estatua-estela con la parte que falta llegaría a los tres metros de longitud.

Otro dato de gran importancia es que la estatua-estela de Turbil es una clara manifestación de la influencia del mundo ibérico sobre la mitad sur de Navarra. Esto nos puede llevar a una hipótesis poco tratada. El territorio vascón, al menos en su parte más meridional, era una parte más de la Celtiberia, es decir, los vascones fueron otro pueblo más de los celtíberos como lo fueron los berones, los arévacos, los pelendones, los lusones y otros. ¿Eran los vascones celtíberos? Por lo que conozco de los yacimientos, enterramientos, ajuares y cerámica del territorio vascón, yo me atrevería a decir que sí. La estatua-estela de Turbil, que tuvo una gran importancia para los que habitaron este castro, es otra prueba más que lleva a esta conclusión. En este mismo castro se encontraron muestras de cerámica celtibérica.



Turbil era el castro de mayor importancia en la zona. Se encuentra a tres kilómetros de la localidad navarra de Beire. En el primer milenio a.C. podemos decir que era la capital de lo que hoy es la comarca de Olite. A menos de un centenar de metros de uno de los fosos que protegía la entrada del poblado se encontró la estatua-estela de Turbil.
  
Castro de Turbil - Beire 

La estatua-estela es de labra bastante rústica. Está tallada en piedra arenisca. Desgraciadamente los agentes atmosféricos perjudicaron las partes que estaban más expuestas a la intemperie, que eran las partes de la estatua que no estaban protegidas contra el suelo. Así, la cara del guerrero, lo que hubiera sido la parte más interesante de esta escultura, está casi arruinada. Por el contrario, el lateral izquierdo y la parte trasera de la cabeza se encuentran en buen estado. Podemos apreciar perfectamente una de las orejas y el cabello.

En la parte inferior, la parte de la estela, se conserva en cambio la parte frontal o delantera. En la estela se aprecia perfectamente el disco-coraza ibérico.

  Detalle de la oreja derecha de la estatua-estela de TurbilDisco-coraza ibérico

El hecho de que la gran estatua-estela estuviera partida no se debe al paso del tiempo ni a los agentes atmosféricos. Un detalle inquietante del descubrimiento fue la constatación de que la estatua-estela de Turbil había sido intencionadamente destruida. Probablemente esta destrucción fue obra de los atacantes que acabaron con el poblado. La estatua-estela debió ser una especie de tótem, de símbolo identificativo y protector de los habitantes del castro de Turbil. Con su destrucción, con la “muerte espiritual” de la estatua, también se destruía espiritualmente el alma del poblado. Es un ejemplo más de la importancia de los símbolos para el ser humano a lo largo de la Historia.  Es posible, por tanto, que la cara del guerrero hubiera sido literalmente machacada en el momento en que se destruyó la estatua, y que los daños no se deban sólo a los agentes atmosféricos. La manera de destruir a un pueblo pasa por la destrucción de sus símbolos. En el Museo Arqueológico de Jaén (clicar en este link para más información) podemos ver una importante colección de estatuas ibéricas que también fueron destrozadas ritualmente.


La estatua-estela de Turbil fue realizada entre los siglos V-III a.C. el periodo de mayor desarrollo el castro de Turbil. Su destrucción pudo ser consecuencia de la llegada de los romanos a principios del siglo II a.C. con la primera romanización de la zona.

El lugar donde se encontró la estatua pudo ser un lugar sagrado, un santuario o un lugar de reunión importante para los habitantes del castro de Turbil. Cerca del lugar de aparición de la estatua-estela se pueden ver varios túmulos de piedra que pudieron tener que ver con este posible santuario. Pero lo que más lleva a pensar en la existencia de un santuario es que 18 metros al Este del lugar de aparición de la estatua-estela de Turbil podemos ver una exedra excavada artificialmente de 30 metros de diámetro y entre 3 y 5 metros de profundidad. Está orientada hacia el Este, hacia la salida del sol. Forma una especie de anfiteatro colgado sobre el borde del cerro.
Exedra o anfiteatro de posible carácter ritual en las cercanías del castro de Turbil - Beire

El doctor Javier Armendáriz concluye su estudio dando tres hipótesis muy sugerentes sobre la funcionalidad de la estatua-estela de Turbil:
- Tumba principesca perteneciente a un guerrero.
- Ídolo, emblema o tótem identitario de la colectividad del pueblo para su protección y cohesión.
- Imagen de una deidad en un santuario urbano.

Detalle del rostro del guerrero de Turbil - BeireLas tres funcionalidades pueden fundirse. Podemos dejar volar la imaginación y pensar que la estatua-estela de Turbil pudo ser una tumba de un rey guerrero que por su valor se convirtió en héroe, ejemplo, símbolo identitario y tótem protector para su pueblo. Su tumba pasó a convertirse en un santuario para la colectividad con el paso del héroe-guerrero mitificado al estatus de semidios. También podemos imaginar la siguiente escena, digna de una película: Los guerreros de Turbil protegiendo con valentía la imagen de su ancestro deificado ante los organizados legionarios romanos antes de que acabaran arrasando el poblado y destrozando la estatua que era su más querido símbolo. Es la Historia, el mejor viaje por el tiempo.

 Desde aquí quiero felicitar al doctor Javier Armendáriz que con su excelente trabajo ha sacado a la luz una pieza arqueológica excepcional, una de las más importantes de Navarra. Esperemos que pronto podamos contemplarla en el Museo de Navarra y que el guerrero de Turbil vuelva a alzarse orgulloso representando una vez más a su pueblo, como lo hizo hace más de 2.000 años. (ver nota del año 2016. Hoy ya podemos ver a la estela de Turbil en el Museo de Navarra).

Javier Armendáriz y su equipo tuvieron la genial idea de señalar el lugar de aparición de la estatua-estela con un amojonamiento de piedras tras la realización de las excavaciones arqueológicas en el año 2.012.

Nota año 2016: A día de hoy en el lugar se encuentra una reproducción de la estela del guerrero de Beire gracias a una feliz iniciativa del Ayuntamiento de Beire de la que me siento partícipe pues fueron los artículos de este blog referidos al castro de Turbil y a la estela de Beire los que centraron el foco en este gran hallazgo arqueológico.

También tenemos la suerte de poder ver hoy a estela original que ha sido expuesta recientemente en el Museo de Navarra. Recuerdo también cuando aproveche la presentación de una de las revistas de Conocer Navarra en el Museo de Navarra donde comenté a Mercedes Jover, directora del museo, la idoneidad de exponer la estela de Beire en la colección del museo. Mercedes Jover me manifestó que ya se había valorado esa posibilidad. Hoy por suerte ya podemos contemplar al gran guerrero que guarda estoico la entrada a la sala de arqueología del Museo de Navarra. Ya no protege a su antiguo pueblo que habitaba en el castro de Turbil. Ahora parece custodiar las más valiosas joyas del patrimonio arqueológico de Navarra.
  
Lugar de aparición del guerrero de Turbil

Si quieres visitar el Castro de Turbil y el lugar del hallazgo de la estatua-estela de Turbil puedes seguir la ruta senderista en el siguiente enlace:

- Ruta senderista para visitar el castro de Turbil y el lugar del hallazgo de la estatua-estela de Turbil.






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